Un buen lavado de manos mantiene a raya a las bacterias

La higiene es un elemento vital en las comunidades y centros de salud. El contagio con microorganismos patógenos se puede evitar con medidas sencillas como usar jabones antibacteriales y  taparse la boca al estornudar o toser. 

Desde que somos pequeños nos enseñan a lavarnos las manos luego de ir al baño, así como antes y después de comer. Esta sencilla medida previene la contaminación con bacterias que, aunque no se ven, están presentes en todas partes. En los centros de salud, la higiene también es fundamental, sobre todo al tratar pacientes, ya que estos lugares están cargados de microbios y, de no tomarse las prevenciones pertinentes, se pueden transmitir de una persona a otra.

“No hay nada más sucio que una mano, porque con ellas tocamos todo y arrastramos las microbios que están alrededor. Cuando se transmite una bacteria de un paciente a otro se corre el riesgo de que éstas sean resistentes a los antibióticos, y si desencadenan una infección en el hospedero, éste puede verse afectado al recibir tratamiento, pues tendrá menos opciones”, explicó la coordinadora del Laboratorio de Resistencia Bacteriana del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Oriente, Lorena Abadía-Patiño.

La doctora indicó que para que el lavado de manos sea efectivo debe aplicarse abundante agua y jabón antibacterial, hacer fricción y secarse con papel desechable que esté limpio. Cuando las manos no están sucias con tierra o cualquier residuo, se pueden utilizar soluciones de alcohol-glicerina que ayudan a eliminar las bacterias. No se recomienda usar anillos, pulseras, relojes o uñas postizas porque son colonizados por estos microorganismos hospitalarios.

La doctora en microbiología aclaró que, aunque las instalaciones de los centros de salud son higienizadas constantemente, es frecuente la presencia de bacterias en el ambiente, pues “donde hay aire y personal hablando, respirando, tosiendo y estornudando hay millones de microorganismos y contaminación”, dijo.

Enfatizó que un paciente en cuidados intensivos debe ser monitoreado constantemente y es vital realizar cultivos de vigilancia, debido a las altas probabilidades que tiene de infectarse con bacterias resistentes a antibióticos. Estos microorganismos pueden penetrar a través de los respiradores artificiales, catéteres y sondas. De estar colonizado cualquiera de estos dispositivos debe ser retirado y cambiado.

En cuanto a la comunidad, la doctora Abadía-Patiño recalcó la importancia de taparse la boca al estornudar o toser para evitar trasmitir los microorganismos de una persona a otra, ya que se expulsan secreciones cargadas de ellos, y si el individuo ha estado bajo tratamiento con antibióticos va a propagar bacterias resistentes. Asimismo, recomendó usar la parte anterior al codo para cubrir la boca porque las manos ayudan a su diseminación. 

Bacterias resistentes

La doctora explicó que la resistencia a los antibióticos en los centros de salud depende del centro de salud y del servicio, pues no todos usan los mismos medicamentos con la misma frecuencia o intensidad. “Las bacterias de terapia intensiva son diferentes a las de sala de parto, quirófano o unidad de quemados porque cada área  tiene características particulares”, expresó.

Las bacterias más propensas a presentar resistencia a antibióticos dentro de los centros de salud son: Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter baumannii y Enterococcus faecium, entre otros. Algunas de las enfermedades que estos microorganismos ocasionan son neumonía, otitis media y meningitis. En la comunidad, las enterobacterias (propias del intestino humano) y Staphylococcus aureus son las más frecuentes.

La presencia de bacterias en la sangre -bacteremia-  puede originar septicemia, que es la enfermedad más mortal que ocurre en los centros hospitalarios, relacionada con la resistencia bacteriana a los antibióticos. Cuando el microorganismo entra al torrente sanguíneo produce infecciones en las zonas donde transita, pudiendo afectar severamente órganos vitales como el hígado, corazón, riñones, pulmones y cerebro. 

Recomendaciones

La coordinadora del laboratorio de resistencia bacteriana de la Universidad de Oriente aconsejó cumplir los tratamientos antibióticos a cabalidad. Informó que si la terapia se detiene cuando el paciente comienza a sentirse mejor, o no se ingiere de manera correcta, la bacteria que aún no ha muerto se reproduce y toma la información del medicamento para hacerse inmune a él. En casos como estos, el médico debe recetar otro tratamiento más tóxico para el organismo y más costoso.-

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